Calle 10 Nº 36-28, Barrio Panamericano
Tels: 315 700 40 02

Disponemos de una sede, la Finca Reserva Comunitaria “Charmolán”, con un área aproximada 18 hectáreas. Está ubicada en la vereda Portachuelo, limítrofe entre los municipios de Chachagüí y Buesaco, allí se realizan diferentes actividades de acuerdo con una planificación, teniendo en cuenta su caracterización y las zonas de conservación, producción e infraestructura disponible con énfasis en la capacitación.

En nuestra Minga sobresalen como proyectos productivos:

  • La recuperación de suelos de ladera mediante curvas a nivel, cultivos a través de la pendiente y zanjas de infiltración.
  • El sistema de crianza sostenible de cerdos.
  • El sistema de descontaminación productiva del agua utilizada en la producción porcina.
  • Producción de pomadas naturales.
  • La finca consta de la casa, sede distribuida en una cocina, comedor, salón de reuniones, alojamiento con capacidad para 20 personas, oficina y unidad sanitaria.

Red de Recuperadores del Suelo

Históricamente, el campesino se identifica por su relación con la tierra y con la producción agropecuaria. Muchas de las luchas políticas de la segunda mitad del siglo pasado tuvieron su origen en movimientos de recuperación de tierras y en reformas agrarias que beneficiaron a terratenientes y grandes agricultores del país. Al iniciar este milenio queda claro que el objeto de la lucha no es únicamente su posesión, sino la recuperación del suelo como albergue de semillas, compromiso en el que se involucran los campesinos cuyos suelos están deteriorados, sin nutrientes y fertilidad natural.

Partiendo de nosotros mismos, de lo que tenemos, hacemos y somos, identificamos nuestros recursos y los potencializamos. De esta manera decidimos transformar los suelos para nuestro propio bien y el de los demás. Después de varios eventos itinerantes de capacitación en distintos lugares del país, 70 personas generamos una novedosa tecnología que recogía distintos elementos prehispánicos y modernos, que aplicamos sin recurrir a sugerencias de exógenos y nos juntamos para crear la Red de Recuperadores de Suelos.

De esta manera, disminuimos notablemente la pérdida del suelo por acción del viento, del agua y del sol o como consecuencia de labores culturales; logramos retener la humedad y regular la presencia en las distintas partes de los fragmentos cultivables; además contribuimos a la conservación de la biodiversidad y la nutrición familiar. La localización geográfica de la Red permite convertir esta zona en corredor de amortiguamiento del avance vertiginoso del desierto de la cuenca del Río Patía.

La filosofía de ADC plantea la búsqueda de la felicidad con nuestra forma particular de ser a partir de lo que hacemos, con lo que tenemos, en el lugar donde nos encontremos. Regidos por estos principios decidimos avanzar hacia la recuperación de nuestros suelos aplicando diferentes tecnologías que se acoplen a las condiciones de las localidades donde se lleva acabo el proceso.

El hecho de vivir en zonas de ladera, con suelos sobre explotados, con veranos prolongados, con una historia de aparcería, hace pensar en tecnologías que tengan bajo costo, de fácil manejo por parte de la familia y que se puedan adecuar a las prácticas culturales de la comunidad.

Para la recuperación de suelos, hemos implementado diversas tecnologías, las cuales de una forma combinada nos han permitido recuperar y conservar los suelos deteriorados, entre las tecnologías aplicadas tenemos las zanjas sobre curvas a nivel, sembrando en la parte superior de la zanja plantas que ayudan en la retención de suelo y de humedad, en la plantación de árboles y arbustos multipropósito (sombra, humedad, producción de materia orgánica, fruta, forraje, etc.), producción de compostaje, utilización de la lombriz (Eisenia fétida) para la conversión en humus. Sobre estos residuos de cosechas en épocas determinadas, sembramos hortalizas que se cosechan antes de la utilización del abono en la época de siembra. El abono lo utilizamos en los cultivos que se hacen entre las zanjas.

A través de la historia del proceso han sucedido varios hechos que han permitido tenerlo vivo. Las acciones principales se llevan a cabo en cada una de los predios, en cada uno de las personas, en cada una de las experiencias. Puede permanecer pasivo por algunos momentos y se activa aceleradamente en otros. No podríamos decir que el proceso ha tenido un ritmo constante, este depende del estado emocional de las personas, de la disposición de la comunidad a participar del mismo, del grado de compromiso de los campesinos, de la coordinación de parte de los asesores, de los factores climáticos, del contexto local y nacional y sobre todo del grado de compenetración entre asesores y campesinos.

Este proceso se ha ido construyendo en el camino, pero ha tenido claro su rumbo y su destino, buscar el bienvivir de las familias asociadas y acompañarlos en la búsqueda de su propia felicidad. En este camino no sólo nos hemos desviado del camino, nos hemos mal interpretado y hemos cometido errores que han ausentado a los protagonistas de sus objetivos.

El mantener clara la visión del proceso, el diálogo de saberes y la conversación nos han permitido reconciliarnos y reencontrarnos con nuestro objetivo. Así hemos avanzado, a veces lentos, pero con la seguridad de llegar a los puertos planteados. En cada puerto hay una reflexión crítica y un replanteamiento de nuestros sueños, de esta manera podemos navegar en medio de las adversidades y continuar nuestro camino en búsqueda de la felicidad.